MEDITACIÓN DIARIA: Los enemigos de la Verdad

Meditación: Lucas 19, 45-48

Los enemigos de Jesús lo acosaban como lobos feroces, pero no podían encontrar una oportunidad propicia para atacarlo por los muchos seguidores que tenía, ya que toda la gente se congregaba para escucharle atentamente y estaba “pendiente de lo que él decía” (Lucas 19, 48).

La gente se sentía cautivada, pero no era tanto porque él fuera un gran orador o un avezado político, sino que se daban cuenta de que hablaba la verdad y la decía con autoridad, es decir, con el poder de la Palabra de Dios: “Porque la Palabra de Dios tiene vida y poder. Es más cortante que cualquier espada de dos filos” (Hebreos 4, 12). Jesús a menudo citaba la Palabra de Dios contenida en las Escrituras hebreas para refutar a sus enemigos, como se puede ver en todas las numerosas ocasiones en que comenzaba diciendo “está escrito” o “en las Escrituras dice.”

En realidad, todos tenemos “enemigos” en el corazón y la mente, que tratan de desterrar a Jesús de nuestra vida. ¿Acaso no tenemos armarios interiores llenos de dudas, resentimientos y tentaciones que preferimos mantener cerrados, antes que exponerlos ante Dios? Pero gracias al Señor, tenemos un arma que es eficaz contra estos enemigos: la Palabra de Dios, que expone los engaños del diablo y doblega las inclinaciones de la naturaleza caída.

La lectura diaria de la Sagrada Escritura es sin duda un instrumento muy eficaz. Conviene memorizar algunos versículos y recordarlos en momentos de inseguridad, cólera o duda durante el día para vencer a estos enemigos. El hecho de recordar las oraciones de confianza que encontramos en los Salmos o las palabras de aliento de los Evangelios nos ayudan a construir la vida sobre un fundamento seguro. De esta forma creamos un escudo que nos cubre y nos protege de todo lo negativo del mundo que nos ataca.

¿Tienes un plan para leer la Biblia? Esta misma revista, que pone énfasis en las lecturas de la Misa diaria, te puede servir de modelo. En todo lo que hagas, no dejes de leer cada día la Palabra de Dios, medita en ella y deja que tu corazón se sienta cautivado, como Jesús cautivaba el corazón de sus oyentes. Con el tiempo, ¡todos tus enemigos desaparecerán!

“Amado Jesús, me maravillo del poder de tu Palabra. Concédeme un deseo más profundo de leer la Sagrada Escritura, para crecer en sabiduría y confianza.”

1 Macabeos 4, 36-37. 52-59(Salmo) 1 Crónicas 29, 10-12

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